PAZ

¡Defender la paz no implica ir a la guerra!

Nadie más que los grupos étnicos víctimas del conflicto armado pueden dar testimonios del sufrimiento que produce el monstruo de la guerra, porque todos los actores armados usan sus territorios para sus acciones bélicas. Jamás podemos olvidar las masacres de Bojaya, la del Naya, la Operación Génesis, entre muchas otras.

 

En la historia del conflicto armado en Colombia, los territorios de terratenientes y hacendados – propiedad privada-, así como en las grandes ciudades NO conocen como es vivir bajo los grupos armados.

Coincidencialmente los privilegiados hacendados y sus propiedades no están bajo la disputa de grupos armados. En estas propiedades no hay preocupaciones por masacres, desplazamientos, contaminaciones de ríos por el vertimiento de mercurio, los hacinamientos en territorios, los bombardeos indiscriminados o las fumigaciones aéreas que contaminan ríos y destruyen la seguridad alimentaria. Esta realidad si existe en Colombia, pero en otras zonas y regiones del país, existen en los territorios colectivos adjudicados a pueblos indígenas y afrocolombianos, destinados a garantizar la pervivencia de estos pueblos que son sujetos de derechos, pero olvidados históricamente. Estos hechos son causas estructurales que limitan el desarrollo humano y social, el respeto de sus derechos y la vida, su libertad y autonomía y convierten principalmente a la población joven en objetivo de reclutamiento de los grupos armados para pelear su guerra.

Estas regiones son igualmente mal llamadas “zonas rojas,” una opinión subjetiva dada por las autoridades que no es coherente con la realidad, estamos entonces obligados a vivir en una especie de país independiente donde sus habitantes conviven obligatoriamente con sus verdugos, que además se disputan el negocio del narcotráfico, la minería legal e ilegal y el robo de tierras, causando desplazamiento forzado, asesinatos, hacinamiento y terror por constantes enfrentamientos armados. Esto lleva a concluir que la guerra en Colombia la pelean nuestros hijos y hermanos, pero también, en esta guerra las mujeres son usadas como fortín sexual y además deben cargar con la responsabilidad de jefa de la familia cuando es asesinado el hombre jefe del hogar. Es evidente que el Estado es responsable de esta situación por omisión y complacencia.

Son valores imprescindibles de nuestras comunidades el anhelo de paz y la reconciliación como principios esenciales para llegar al perdón. La búsqueda de mejores oportunidades para nuestros hijos y el pronto retorno de los desplazados a sus tierras nos lleva a defender el acuerdo de paz y, por supuesto, a seguir trabajando en su implementación, pese a los asesinatos de nuestros miembros lideres y pese al riego de más asesinatos. Las víctimas del conflicto armado cargamos solo dolor y tristeza, impotencia y el anhelo profundo de emancipación de los poseedores de mala fe que controlan nuestras vidas. ¡Las victimas hoy reclamamos el derecho universal a la paz!

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La Asociación Nacional de Afrocolombianos Desplazados AFRODES, una red con membresía nacional, rechaza el anuncio de los ex-miembros de las Farc que han anunciado “una nueva etapa de lucha armada”. Es irresponsable con nosotros las víctimas pensar que estos problemas se resuelven por medio de más violencia, con más guerra.  Llamamos al Gobierno nacional a cumplir la palabra empeñada por el Estado con la firma del acuerdo de paz. Instamos al Presidente Duque a la búsqueda de diálogos que conduzcan a acuerdos de paz con todos los actores armados. Llamamos a los miembros de la extinta Farc que se sometieron al desarme y aún están en proceso de tránsito a la vida civil a mantener su palabra empeñada de no volver a las armas. Lo firmado se debe defender desde las instituciones y escenarios políticos y jurídicos establecidos en lo acordado. Los partidos políticos, sectores económicos y guerreristas que se afanan en la continuidad de la guerra deben enviar a sus hijos a la confrontación armada si quieren prolongar el dolor y sufrimiento con más la guerra.

A la comunidad internacional pedimos seguir respaldando el acuerdo de paz y a las comunidades, es imperioso su respaldo en momentos cuando todos los que se afán en la guerra violan los derechos fundamentales.

¡La paz nos pertenece y la seguiremos defendiendo sin armas!

Bogotá, 29 de agosto de 2019